• TORO
Horacio Guanary está ahora con nosotros. Es hombre bien plantado. Nació —lo hemos dicho— bajo el signo de Tauro. Se lo recordamos, y reflexiona:
—No se me había ocurrido pensarlo. Pero admiro al toro, símbolo de la fuerza franca y abierta, de la intrepidez y audacia, de la lucha sincera y sin trampa alguna… Muchas veces me he quedado, en el camino, mirando algún toro, de estupenda planta, y le he dejado colgada en los alambres alguna copla…
Abundosa la cabellera oscura, ancho el bigote categórico, bien plantado, abierta la sonrisa cordial, alegre el ánimo, Horacio Guarany es de los que saben anudar amistades duraderas, pero también de los que miden de un vistazo la calidad del hombre que tienen por delante, para estrecharle definitivamente la mano amiga o sentirlo ajeno a una corriente de intuición que lo señala digno o no de esa entrega. En el fondo de su pupila parda hay fe en la vida, una fe honda que descree aun de la muerte, porque siente el tránsito como escalón de un perpetuo entregarse para crear más y más vida.
—En Salta, una vez —nos dice— me pidieron que escribiera algo para "El Tribuno". Como a los salteños les gusta mucho la copla, les hice algunas. Son de las que más me gustan entre las que he escrito. Siento una necesidad tremenda de escribir. Escribo en el café, en la calle, donde puedo. Alguna de las coplas para "El Tribuno" tenían un especial concepto de la muerte. El que yo tengo viene a coincidir con ciertas lecturas filosóficas que después he hecho. He llegado a no tenerle miedo a la muerte. No la deseo, pero tampoco la temo. En aquellas coplas salteñas, decía: "Nada muere en esta vida / Todo es andar y andar dando. / Sólo mueren los mezquinos: / solitos se van matando. //¿Por qué será que el cantor / nunca se muere jamás? / Cuando el cuerpo se le cansa / el alma empieza a cantar. //¿Por qué será que el cantor / nunca se va ni se muere? / El cuerpo queda entre sombras / y él alma entre las mujeres. //Cantor peregrino y solo, / asi es mi pueblo cantor. / Aunque cante para adentro / nadie ha cantado mejor. //Cuando me pille la muerte / quiero esperarla cantando, / convidarla vino adentro. / ¡Quién sabe la salgo amando!..." La vida vale —sigue diciéndonos Horacio Guarany— porque se termina. Si la muerte no existiera, la vida no tendría gusto. No puedo odiar a la muerte. He llegado a comprenderla. Ella justifica y valoriza a la vida.