A principios de los años 70, al alcanzar la consagración definitiva, se fue a vivir a una casa grande situada en el barrio de Coghlan, de la ciudad de Buenos Aires. Las penurias económicas eran cosa del pasado, así que adquirió un caserón lindero como inversión. Primero pensó en demolerlo para hacer un parque o jardín, pero un amigo, el arquitecto Filipelli, le sugirió reformarlo.
Así nació "El Templo del Vino", con el aspecto de un fuerte árabe, con sus torres y arcos, destinado al servicio de la cultura y los amigos. A tal efecto instaló parrilla, horno de barro, bodega con vinos de todas partes del mundo, paredes para exposición de cuadros, biblioteca, sala de música con piano, arpa, bombo y guitarras, que durante unos cuantos años estuvieron a las ordenes de algún pintor, escultor o tallador. A esta propuesta se sumaron grandes hombres de la cultura, el arte y el deporte, como Froilán González, Juan Manuel Fangio, Los Hermanos Abalos, Los Chalchaleros, Graciela Borges, Luis Landriscina, Alberto Olmedo, Juan Carlos Altavista, Beba Bidart, Julio Le Parc, José Sacristán y Jorge Cafrune.