Quedó en la calle, y uno de sus hermanos, a través de un amigo, le ofrece embarcarse. Horacio acepta, y ni bien sube a bordo lo mandan a hacer la provisión. Así se entera que se había embarcado como cocinero, oficio que no conocía, aunque sí el de marinero. Pero tuvo que hacerlo para que no lo echaran. Mientras hacía la provisión, un cocinero tartamudo, que después se hizo maestro de cocina de los barcos que van a Europa, le dijo: "Eso no te alcanza para dos horas". Porque compraba un kilo de cada cosa. Le recomendó comprar una panceta grande, un tocino entero y unas damajuanas de vino, y así salió del paso.
Según sus propias palabras, Horacio Guarany ha tenido todos los oficios necesarios para poder seguir viviendo sin saber nada. Sin embargo declara haber sido un buen foguista, se hizo cocinero de barco a la fuerza, se considera un buen criador de gallos de riña y un buen vareador de caballos de carrera.